Seguir o no seguir a los que nos siguen en Twitter, esa es la cuestión

Twitter se divide entre los partidarios de corresponder a todos los seguidores y los que prefieren elegir sus amistades virtuales.

Seguir o no seguir a quien nos sigue en Twitter

Twitter es como la vida misma: hay gente maja y gente muy pesada. Así, algunas cuentas son una alegría: uno ve su avatar y se lanza a leer lo que va a continuación porque sabe que existe una alta probabilidad de encontrarse con 140 caracteres de vida inteligente.

Sin embargo, otras cuentas no nos aportan nada, bien porque no compartimos los mismos intereses o bien porque —seamos sinceros— hay tuiteros monotemáticos, vendehumos, evangelizadores, descerebrados… Lo mismo pasa en los bares, que cualquiera tiene derecho a estar, pero no por eso va a ser obligatorio compartir caña y conversación con todos los de la barra.

En Twitter hay ricos y pobres

En la red social Twitter hay gente que puede alardear de una cartera de seguidores a rebosar, mientras que otros no tienen más apoyo que la calderilla de algunos amiguetes. Como ejemplo tenemos a Enrique Dans (@dans), un tipo con una balanza totalmente desequilibrada: no sigue ni a 300, pero detrás de él van casi 200.000 personas (nosotros también, por supuesto). Pero es que si alguien dice cosas interesantes y no le sigues porque sabes que él no va a corresponderte, tú te lo pierdes.

Claro que también hay gente que no dice nada relevante y es el más popular del planeta Twitter, como Justin Bieber (@justinbieber), que anda cerca de los 47 millones de seguidores (nosotros no, por supuesto).

No es amor, es interés

En la vida real ya tenemos bastantes obligaciones y normas de cortesía que cumplir, así que en la vida virtual deberíamos poder ser libres: si una cuenta de Twitter no me interesa, no la sigo, se ponga como se ponga, por más que retuitee todas mis gracias y marque como favoritas cada una de mis ocurrencias.

Pero si uno crea una cuenta de Twitter de empresa, puede que quiera ser visible para cualquiera, y más para aquellos que disfrutan de muchos seguidores porque, quién sabe, si nos harán un retuit decisivo en algún momento. En este caso siempre se pueden crear listas con las cuentas que sean de interés para nuestro negocio, y así solo echaremos un vistazo a los que verdaderamente nos aporten algo y pasaremos por alto nuestro timeline contaminado por tuits repetidos y tontos.

Mantengamos lo nuestro en secreto

Así todo, aunque uno se esfuerce por ser educado y generoso, existen cuentas a las que resulta imposible devolver el follow porque pueden desprestigiar a nuestra empresa. Por ejemplo, imaginemos que el  community manager de la Real Academia Española (@RAEinforma) se ve seguido por  Carmen de Mairena  (@CarmendMairena). Dejando aparte sus intereses, por una mera cuestión de imagen no podría corresponder al popular travesti; aunque, dicho sea de paso, tiene un Twitter correctísimo desde el punto de vista ortográfico.

Entonces ¿qué hacemos?, ¿seleccionar a los que seguimos o seguir por sistema a todos los que nos siguen? Nosotros creemos que no es mejor ni peor lo uno ni lo otro, todo depende de los objetivos. Si uno tiene una cuenta de empresa, puede ser cortés en la medida de lo posible y dejar su cuenta personal para hacer lo que le venga en gana, sin compromisos.

¡Venganza!

Algunos tuiteros son como donjuanes que picotean en todas las cuentas y, una vez que caemos en sus brazos, nos abandonan. En Twitter se puede sentir tanto dolor como un amante despechado: ¿Por qué ya no me sigue? ¡Si fue él quien empezó! ¿Qué he dicho yo para que me abandone? ¿Qué tienen las demás cuentas que no tenga la mía? Si nuestro interés era sincero, no pasa nada por seguir bebiendo de esa fuente de información por más que ya nos nos quieran como antes.

En Twitter hay mucho vengativo suelto. Para este tipo de tuiteros se han creado herramientas como justunfollow, notfollow.me, Friends or Follow… que se chivan de quiénes no nos han seguido nunca y quiénes le han dado de repente al botón «Dejar de seguir». ¡Pues se van a enterar! Pinchar un unfollow con furia es una práctica muy habitual en esta red social cuando alguien nos abandona o dice algo con lo que no estamos de acuerdo (aquí se ve realmente que somos unos recién llegados a la democracia).

En Balloon Comunicación pensamos que las redes sociales están precisamente para ser sociables, pero uno también tiene derecho a elegir a sus amistades. Con esto queremos decir que nosotros seguimos solamente a quien nos gusta y que, en consecuencia, aceptamos que no podemos gustar a todo el mundo.

¿Y vosotros qué hacéis?

Comparte