Los vascos y las vascas

Mucha gente se empeña en utilizar ambos géneros para ser políticamente correctos, hacer visibles a las mujeres y evitar el sexismo en el lenguaje.

Lenguaje no sexista

En español existen dos géneros: masculino y femenino. El masculino es el género no marcado y el femenino es el género marcado. Se llama género no marcado al que puede abarcar los dos: masculino y femenino.

Por eso decimos «quiero a mis hijos con locura», aunque tengamos dos niñas y un niño; o «mis padres están muy mayores», pese a que, en la mayoría de los casos, tenemos un padre y una madre de diferentes sexos; o «mis cuñados vienen a casa por Navidad», aunque de paso también aparezcan nuestras cuñadas; o «este curso tengo unos profesores horribles», cuando seguro que tenemos más profesoras que profesores, según las estadísticas; o «celebro el cumpleaños con mis amigos», aunque vayamos a invitar a amigos y amigas…

Además, los adjetivos tienen que concordar con uno de los dos géneros. Por ejemplo, si nos referimos a los alumnos, diremos «mis alumnos están muy motivados», o «mis alumnos y mis alumnas están muy motivados», pero no «mis alumnos y mis alumnas están muy motivados y muy motivadas», algo que, puestos a no discriminar a nadie, sería lo suyo.

Principio de economía de la lengua

Las lenguas se rigen por un principio fundamental de economía, por lo que resultaría ridículo tener que escribir «los niños y las niñas son educados y educadas por los profesores y las profesoras titulados y tituladas en colaboración con los padres y las madres de dichos alumnos y dichas alumnas» tan solo para no discriminar a unos ni a otras. Nos pongamos como nos pongamos, en vez de un lenguaje no sexista, esto sería ridículo.

En nuestra lengua, igual que el masculino puede representar el femenino, también el tiempo verbal presente puede representar el pasado. Por ejemplo: «La llegada del hombre a la Luna se produce en 1969», un presente que se refiere al pasado y un «hombre» que, aunque fuera varón, implicó a la humanidad del planeta Tierra.

También el singular se emplea en representación de lo plural: «El perro es sociable», cuando en realidad queremos decir que lo son todos los perros y todas las perras.

Por lo mismo hay palabras femeninas que representan el masculino, como «gente», «personas», «población», «masa»… En la frase «la gente es muy desagradecida» entendemos que hay hombres desagradecidos y mujeres desagradecidas; o en «las personas somos muy interesadas» deducimos que lo somos los unos y las otras.

Es lo que hay

Esto es así desde tiempo inmemorial, probablemente desde que los humanos empezamos a hablar. Y puede que lo sea porque todas las sociedades han sido machistas y patriarcales, sí, pero es lo que hay. El lenguaje no es sexista, nosotros sí; o el lenguaje es sexista porque nosotros lo somos.

Nuestro admirado Juan José Millás decía en El País que ahora, al menos, somos conscientes del sexismo en el lenguaje: «Desde que las mujeres tienen más visibilidad hay un malestar en el lenguaje que antes no existía». Lo cual es de agradecer. Pero en Balloon nos parece absurdo decir «los ciudadanos y las ciudadanas», «los trabajadores y las trabajadoras», «los vascos y las vascas»… Se podrá argumentar que si cambiamos el lenguaje, la sociedad cambiará. No estamos de acuerdo. Creemos que lo que hay que cambiar es la desigualdad en las cuotas de mujeres y hombres en puestos directivos, consejos de administración, presidencias, ministerios, parlamentos, administraciones, medios de comunicación… Pero la igualdad no surgirá del mal uso del lenguaje.

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