Estar en redes sociales no permite hacer caja de forma inmediata, pero aporta muchas otras buenas cosas.
Pequeñas y medianas empresas crean su cuenta en Facebook, Twitter, Pinterest… pensando que están abriendo sucursales de su negocio. Cuando pasan unos meses y no ven mejora en sus resultados económicos, empiezan a pensar que las redes sociales no sirven para nada.
La realidad es que sí sirven, y mucho, pero no siempre para lo que pensábamos y casi nunca de forma inmediata.
Definir los objetivos
Todo empresario quiere vender más productos o servicios, aumentar su negocio, que es el fin lícito por el que se hizo empresario. Eso está claro.
Cuando nos lanzamos a las redes sociales tenemos que partir de que sabemos llevarlas de acuerdo con los fines que perseguimos o bien que hemos encomendado esta tarea a un profesional.
Cumplido este primer paso, hay que pensar que el objetivo final de las redes sociales es vender más, captar más clientes, darnos a conocer, pero también hay otras enormes ventajas que a lo mejor no nos permiten hacer caja hoy, pero que pueden reportarnos grandes beneficios a medio y largo plazo.
Obtener información
Mucha gente, por no decir toda, está harta de la publicidad y de que quieran que compre a toda costa. La presión puede hacerse odiosa. Por eso el empresario no debe utilizar las redes sociales como un comerciante que se pone a pie de calle a ofrecer su mercancía y trata de apresar a su cliente en su tela de araña.
Lo que de verdad nos mueve a comprar algo o contratar un servicio es primeramente la necesidad, sí, pero también la afinidad con el proveedor del producto en cuestión. Las redes sociales nos brindan la posibilidad de escuchar a nuestros clientes, saber qué quieren, por dónde van sus gustos, qué nos demandan, qué atención posventa necesitan; esto es, son una fuente de información que nos permite ponernos al lado de nuestros clientes y no en su chepa, como puede hacer un comerciante pesado.
Te quiero
En las redes sociales es importante no hacer perder el tiempo a nuestros clientes o seguidores con contenidos banales. Tenemos que ofrecerles algo distinto, que les aporte conocimientos, entretenimiento, diversión… Por ejemplo, si vendemos trajes, no podemos saturar a nuestra audiencia diciéndoles que nos compren —que también habrá que hacerlo de vez en cuando—, sino contar qué corte de chaqueta sienta mejor a un hombre bajito, quién le hace los pantalones al famoso más elegante o cuándo se debe usar el frac. Si acertamos con los contenidos en las redes sociales, nuestros seguidores no pasarán de largo, nos valorarán y apreciarán nuestra marca.
¿Y esto en qué se traduce? Pues muy sencillo, en que nos querrán más que a otros y cuando necesiten de los servicios de nuestro sector, recurrirán a nosotros.