Puede que resulte duro para el empresario ocuparse también de las redes sociales, pero a veces no queda más remedio que llevarlas uno mismo.
El tejido empresarial español está lleno de pequeños empresarios, tan pequeños que a veces una empresa está constituida por un solo autónomo haciendo frente a su negocio y luchando por llegar a fin de mes.
Ya sabemos que la mayoría de los autónomos son esos trabajadores sin derechos que curran siete días a la semana, con jornadas que llegan hasta el cuarto de baño y que tienen una sola ventaja: enferman bastante menos que los trabajadores por cuenta ajena.
¡No tengo tiempo!
A la falta de tiempo crónica, se une ahora un nuevo problema: las redes sociales. El pequeño empresario tiene que abrir cuentas en Facebook, Twitter y LinkedIn, incluso piensa que no le vendría mal tener un blog… Y el problema principal no es empezar, sino alimentar la insaciable voracidad de las redes, tenerlas al día, captar seguidores, interesar, responder a los clientes… En fin, que si no puede pagar a una empresa que se ocupe de llevar su imagen, las redes sociales son lo que le faltaba al escuchimizado empresario español.
Ya lo hemos dicho otras veces: estar en redes sociales tiene muchas ventajas para la empresa, pero si no va a ser posible actualizar los contenidos, es mejor no lanzarse, porque el abandono da imagen de dejadez y eso perjudica cualquier nombre.
Así que si decidimos entrar en redes sociales, tenemos que trazar un plan para estar en ellas contenidos frescos.
Unos minutos bastan
Tenemos que pensar si podemos sacar al menos 30 minutos diarios. ¿Los tenemos? ¿En qué banda horaria, por la mañana, a la hora de la siesta, por la noche, durante el trayecto de ida y vuelta al trabajo…? Si no es posible cada día, ¿qué tal los fines de semana? Es importante fijar una rutina y en ese tiempo hacer lo que podamos, sin agobiarnos.
Se aprende practicando
Si no tenemos experiencia en redes, lo ideal es pedir a un amigo generoso que nos ayude a ponernos al día. Cuanto más practiquemos, más rápido podremos subir fotos, enlaces, comentarios… Puede que al principio nos desesperemos, pero la práctica hace maestros, está comprobado.
Actualizaciones mínimas
Los expertos hablan de dos o tres actualizaciones diarias en Facebook, pero eso puede ser inviable para un pequeño empresario atareado. Si tenemos que ir a los mínimos, podemos poner una entrada en Facebook cada dos días, un tuit diario y una entrada semanal en el blog. El perfil de LinkedIn solo se revisará cada mes, para introducir novedades.
Hay que interactuar
Cuando entremos en Facebook o Twitter para actualizar nuestros contenidos, aprovechemos para pinchar un «me gusta», compartir contenidos en nuestro muro, buscar nuevas cuentas de interés, seguir a usuarios sugeridos, retuitear…, lo que se llama hacer relaciones sociales.
Cuentas interconectadas
No es lo ideal, pero si el tiempo apremia, hagamos que lo que publiquemos en Facebook se replique automáticamente en Twitter o que cada entrada de nuestro blog se anuncie en otras redes de manera instantánea. Las opciones que nos dan las redes para interconectar unas cuentas con otras y automatizar tareas son una ayuda para ganar tiempo y presencia.
Programar a diferentes horas
Si siempre entramos en nuestras redes a la misma hora, nos estamos perdiendo la posibilidad de que nos descubran personas con horarios y hábitos diferentes a los nuestros. Por eso lo mejor es programar las entradas de Facebook para distintas horas del día o de la noche, o para los diferentes días de la semana si es que solo podemos entrar en ellas los fines de semana. Y lo mismo en Twitter o en nuestro blog. Todo es programable.
Obviamente, así no vamos a conseguir tener los mismos seguidores que Lady Gaga, pero nos bastará para dar una imagen empresarial digna.