El uso de las mayúsculas y las minúsculas representa uno de los casos más habituales de duda en nuestra lengua.
Cuando todo el mundo llamaba Papa al papa, Rey al rey e Infanta a la infanta más famosa, la Fundéu, Fundación del Español Urgente, nos recordó que no, que esos cargos se ponen con minúscula como el de presidente, médico de guardia o cocinero jefe. Lo dice la Ortografía, que los títulos nobiliarios, dignidades y cargos o empleos, sean del rango que sean, no llevan mayúsculas.
Menos mayúsculas, por favor
Las normas generales siguen siendo las que todo el mundo conoce: se escribe mayúscula al principio de escrito, después de punto, los nombres propios… Pero nuestra lengua tiene muchas situaciones de duda en las que es preciso recurrir al Diccionario de la lengua española, a la Ortografía o al Diccionario panhispánico de dudas.
La Ortografía dedica su capítulo IV, 80 páginas, al uso correcto de mayúsculas y minúsculas. Casi todo está regulado, pero al final incluye unos epígrafes en los que habla de mayúsculas para favorecer la legibilidad, de mayúsculas en las marcas, de mayúsculas que quedan bonitas en el diseño gráfico o de mayúsculas diacríticas, que son las que distinguen por ejemplo «el mal gobierno de esta empresa» del «Gobierno de la nación».
Se escribe así, pero yo lo escribo asá
El problema viene cuando la propia Academia se contradice y aplica unos criterios aquí y otros allá. Los que vivimos de escribir y corregir estilo tratamos de seguir al pie de la letra sus recomendaciones, mientras que la propia institución y sus miembros no siempre lo hacen. Así, el Diccionario de uso de las mayúsculas y minúsculas de José Martínez de Sousa, maestro de tipógrafos y correctores, señala en multitud de voces las contradicciones de la Academia.
Hay gente muy letrada que se rebela a seguir algunos criterios, como el escirtor Javier Marías, que afirmó cuando se publicó la nueva Ortografía que no pensaba «obedecer». Y ponía este ejemplo: el Golfo de México designa un lugar geográfico, pero si escribimos el golfo de México bien podríamos estar hablando de un golferas mexicano.
Los casos más difíciles
No es que sea grave equivocarse, no nos van a llevar a la cárcel por un quítame allá esas mayúsculas, ni siquiera vamos a ser motivo de escarnio en Twitter, pero en el trabajo de corrector de estilo es importante que nadie pueda sacarnos los colores.
En nuestro trabajo estos son los fallos que encontramos con mayor frecuencia: