¿Por qué escribimos mal?

La realidad muestra la incompetencia de la mayoría de la gente para escribir un texto con absoluta corrección. ¿Qué falla?

ESCRIBIR_MAL

Nosotros creemos que lo que falla es el sistema educativo. Y ojo, no decimos que fallen los profesores, sino el planteamiento de las asignaturas de Lengua y de Literatura desde la más tierna infancia hasta el final de la enseñanza obligatoria. Se supone que un alumno que termine la ESO debería ser competente para manejar el español con corrección, saber escribir un examen, un mail, una solicitud de trabajo, una reclamación, un tuit, un sms… Y sin embargo, la mayoría de la gente no es capaz.

La lengua lo es todo, la base de las demás asignaturas, permite la comprensión de las matemáticas y de la historia, es el medio de expresión en los exámenes, trabajos, resúmenes… Por tanto, ningún profesor, sea de la materia que sea, debería pasar por alto los errores en redacción y ortografía. El conocimiento de una asignatura es fundamental, pero también la manera de demostrarlo. La forma importa tanto como el contenido y debe ser compromiso de todos los docentes no pasar por alto las deficiencias. No se trata de ser estrictos, sino de ser justos.

Nunca es tarde para aprender

La buena noticia es que si no nos enseñaron a escribir correctamente en nuestros años de estudiantes, aún podemos aprender. Es como conducir: uno no nace sabiendo, pero después de hacer un curso, estudiar, rellenar un montón de tests, practicar y tal vez tras varios fracasos, siempre se obtiene el carné.

Mucha gente piensa en que la ortografía es una cuestión genética. Algo hay. A este respecto, los interesados pueden leerse el discurso sobre Genética y Lenguaje que pronunció la bioquímica Margarita Salas cuando fue nombrada académica de la RAE. Pero una cosa son las facilidades que pueden regalarnos nuestros antepasados, como la memoria visual, y otra negar el esfuerzo. Aprender ortografía es cuestión del empeño que cada uno ponga en ello.

Escribir bien está al alcance de cualquiera

Aquí van nuestros consejos:

1. Leer un rato cada día procurando prestar atención a la forma y no solo al contenido.

2. Hacer redacciones a diario, como en el colegio, para intentar contar algo, ordenar un pensamiento, llevar un diario o actualizar nuestro blog. Basta con unas líneas; se trata de practicar.

3. Ser simples en la forma de redactar: sujeto, verbo, predicado; procurar seguir el orden lógico gramatical.

4. Utilizar frases cortas separadas por puntos, nada de hacer complejas construcciones unidas por gerundios ni abusar de las oraciones subordinadas.

5. Emplear verbos en voz activa en lugar de pasiva.

6. Ser generosos con los puntos y tacaños con las comas.

7. Escribir como para niños, tratando de que se entienda. Solo cuando dominemos lo básico, podremos aspirar a emular a Góngora.

8. Tener un buen corrector de texto instalado y comprobar cualquier duda.

9. Prestar atención a esas palabras con diferente ortografía que el corrector da por válidas, como ha del verbo haber y a preposición, o las formas porque, por que, porqué  y por qué.

10. Incluir el diccionario de la RAE en la barra de favoritos de nuestro navegador y consultarlo a menudo, sobre todo la sección del Diccionario panhispánico de dudas.

11. Conocer los recursos útiles: por ejemplo, la RAE incorpora en cada verbo la pestaña CONJUGAR, imprescindible para consultar dudas en los tiempos verbales. La Fundéu tiene un buen fondo de consultas y recomendaciones. Ambas entidades responden de manera rápida y eficaz cualquier duda que se les pregunte por mail o por Twitter.

12. Si tenemos familia, comentar en voz alta las dudas y dificultades, hacer que todos se interesen e involucren en este tipo de conversaciones.

13. Consultar en los diccionarios y foros lo que dudemos, no ser perezosos; se aprende a fuerza de perseverancia.

14. Buscar ejercicios para mejorar nuestra memoria visual, muy implicada en la ortografía.

15. Procurarnos reglas mnemotécnicas, como hacen los estudiantes, especialmente con aquellas palabras que «no nos entran».

16. Conocer trucos para diferenciar cuándo una palabra se escribe de un modo y cuándo de otro; por ejemplo: es ha si puede decirse en plural, se escribe a cuando no admite plural.

17. Apuntarse a cursos de escritura, que los hay y muy buenos.

18. Ser imaginativos para incentivar el correcto uso de la lengua, como el profesor de Málaga que propuso a sus alumnos la donación de un alimento no perecedero por cada falta cometida y recogió 500 kilos de comida para las Hermanitas de los pobres. Este tipo de iniciativas, juegos, etc. pueden seguirse en la familia, en el trabajo, en las redes sociales…

19. Revisar varias veces todo lo que escribamos, porque cualquier texto se puede mejorar y ninguno está a salvo de errores y erratas.

20. Suscribirte a este blog.

Comparte